lunes, 3 de diciembre de 2012

A mis musas
(Oscuridad)

Noche efímera, etérea, hermosa dama
mística y mágica, erótica, deseada.
Noche oculta y prohibida, de secretos guardiana.
Mortal criatura, cadáver ya con la mañana,
renaces al morir el sol. De virgen a hada.
Ven, noche oscura. La raza oculta te reclama.
Reina, de la comprensión humana desterrada,
para ellos sólo infundes, respeto y temor.
Miedo al negro, sangre de tu sangre derramada.
Miedo a nosotros, tu raza oscura y rechazada
por sentir por ti, no miedo, sino un gran amor;
porque nos salimos de la trayectoria dada.
Sus juicios son nuestras risas, no nuestro dolor,
pues es su ignorancia quien juzga nuestras costumbres.
Guíales, dulce noche, pues no ven tu esplendor.
Hablan de tus fieles no sin cierto resquemor.
Dudan porque perseguimos diferentes cumbres,
fuera de alcance de su intelectual sopor.
Pensamos de otro modo, distinto al de los hombres.
Creemos en nosotros mismos, no en azar ni suerte,
ni en falsas deidades que al humano, igual, asombren.
Gozamos del pensar que en silencio nos descubres.
Pensamiento independiente que nos hace fuertes,
filosofías que en un mundo oscuro, son lumbres.
Siempre con respeto, no tememos a la muerte,
pues ella es libre, eterna, imperecedera.
Siempre está ahí, su angelical semblante inerte.
Temida dama que infinita justicia vierte,
inevitable y paciente, su momento espera.
¿Por qué temerla, si ella siempre podrá vencerte?
Somos una raza visible a quien verla quiera:
al hombre tratamos con respeto y comprensión,
no hipócrita y falsa, sino justa y verdadera.
Muy lejos estamos de imponer nuestra bandera:
proclamamos libre pensamiento y libre acción.
No nos importa que no entiendan nuestras maneras.
Negras vestimentas sobre un negro corazón.
Negro corazón inmerso en densa oscuridad,
una oscuridad que nos envuelve en su prisión.
Un sentimiento nos inunda con decisión.
Fiel compañera de viajes es la soledad;
nuestros corazones aplasta con su presión.
Mas es parte intrínseca de nuestra realidad,
soledad en cualquier lugar, en cualquier momento.
Calma donde el hombre encontraría tempestad.
A solas con el alma, condena y libertad:
libres por los amplios espectros del pensamiento;
condenados a descubrir una cruel verdad.
La condena del saber que no hay segundo intento:
vida sólo hay una y nada queda ya tras ella,
ni cielo ni Averno, ni otro clerical invento.
Vil castigo, sentir el mundano sufrimiento
de quienes no logran ver que la muerte es tan bella,
musa de un millón de versos, llantos y lamentos.
Te adoramos a ti, noche, tu sinfín de estrellas,
y aunque no por ello nos duela la luz del día
nos regocijamos en tus astros y centellas.
Arropados en la oscuridad que nos destellas
te dedicamos canciones, textos y poesías.
Pagaría el Astro Rey con su luz por tenellas.
Portadora de calma, silencio y armonía,
protagonista de sueños rotos y esperanzas,
anfitriona de leyendas y de profecías.
Oh, noche incomprendida, siempre sola y vacía,
la raza oculta clama por ti un canto sin danza...
toda una raza que ante ti se arrodillaría.

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