viernes, 4 de enero de 2013

Ni calvo ni tres pelucas
(Óptica)

Porque todo depende del color del cristal con el que miremos, o de las vueltas que queramos darle a las cosas antes de llegar a una conclusión o una decisión. Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes, eso es obvio. Y sí, está muy bien eso de pensar las cosas antes de actuar, ¡pero actúa! No sirve de nada darle mil vueltas a un asunto si el resultado final es no tomar cartas en él. A veces hay que mojarse incluso sin saber si el agua está demasiado caliente. Tal vez nos abrasemos, pero es un riesgo que hay que correr. De no hacerlo, el riesgo que corremos es el de no arriesgarnos nunca en nada. Cierto es que así es muy difícil perder, pero también es imposible ganar.

Y eso hago, ni más ni menos. Tal vez esta entrada sólo responda a una necesidad de autoconvencerme de que mis esfuerzos de los últimos días tienen un propósito y acabarán dando un resultado. Tal vez concuerde realmente con esta ideología que hoy defiendo, y que había perdido hace quizás más tiempo del recomendable. Pero una cosa es innegable: tan negativo es vivir la vida al límite y no pensar nunca en consecuencias, como analizarlo todo en exceso hasta el punto de no mojarnos nunca en nada.Ya me cansé de analizar, he tenido tiempo suficiente como para saber casi exactamente dónde quiero poner los pies. Ahora toca caminar...

No hay comentarios: